Un poco de biografía.
Tengo 34 años y, aunque nací en Cáceres, viví durante mi infancia en diversos pueblos de Extremadura. A esto contribuyó tanto el trabajo de mi madre (maestra) como que las dos partes de mi familia procedan de sitios diferentes (Torremocha, la materna, y Las Hurdes, la paterna). Estudié Traducción e Interpretación de árabe y ruso en las Universidades de Granada y Jordania, y trabajo actualmente en dicho sector, actividad que combino con la escritura, sobre todo enfocada en la divulgación del patrimonio lingüístico extremeño, los arabismos y la poesía.
Se nota pasión en lo que transmites, cómo y por qué surge la idea de divulgar este patrimonio lingüístico.
En primer lugar, por haberlo escuchado desde pequeñino y disfrutarlo con la curiosidad con la que se acercan los niños a la realidad; en segundo, por darme cuenta de que mucha gente no lo veía como algo de lo que enorgullecerse, sino más bien al revés; y, en tercero, por lo desconocido que era fuera de aquí (incluso en otros lugares de la misma Extremadura).
Crees que Las Hurdes empiezan a ser reconocidas como se debe o todavía persigue a esta tierra el “sambenito” de “Las Hurdes tierra sin pan” una zona abandonada, pobre y resignada.
Pese a que cada vez son más las personas que las conocen y reconocen, todavía arrastran, en parte, ese sambenito que le colgaron durante varios siglos. Hoy en día, con toda la información de la que disponemos, sabemos que esa pobreza se debió a diversos factores, uno de ellos, muy importante, que toda la tierra era propiedad del concejo de La Alberca hasta bien entrado el siglo XIX. Además, esa diferencia cultural que observaban los foráneos tenía que ver con que mantenían abundantes rasgos lingüísticos dialectales de origen asturleonés (como otros muchos enclaves del noroccidente extremeño). Y sobra decir que no fueron gentes resignadas: se enfrentaron a La Alberca en numerosos pleitos, escribieron manifiestos dirigidos al Gobierno para exigir el disfrute de sus derechos e incluso ocuparon fincas en la provincia de Salamanca para trabajarlas.
Qué pedirías de las instituciones para promover y mantener las tradiciones, la cultura y la lengua de una zona como Las Hurdes.
Creo que en el plano de las tradiciones se está haciendo una buena labor, fomentando su celebración dentro de la comarca y su muestra fuera de ella. En el plano lingüístico, sería muy útil la visibilización de la variedad de extremeño hablada en estos valles, por ejemplo, con la escritura de topónimos vernáculos: el nombre tradicional de la comarca es las «Hurdis» (con aspiración de la h inicial y de la s final), ¿dónde puedo ver escrito en un cartel este nombre?, ¿o el de La Socea, El Robreu, Lus Casaris, Carabusinu, etc.? Uno de los pasos para dignificar la lengua es escribirla; ver un paisaje lingüístico escrito con los nombres tradicionales estimula su fomento y divulgación.
Cómo has recibido la concesión de este galardón.
Me ha hecho especial ilusión, por un lado, en el sentido más íntimo, al fin y al cabo, estoy aquí por divulgar el habla de mis abuelos, de mi familia. Por otro, porque son muchísimas las horas que le he dedicado a la divulgación en los últimos años y este tipo de reconocimientos suponen un estupendo impulso para seguir trabajando.
Cómo asistente a la feria, qué opinas de un evento como éste.
Me encanta que las Hurdes se den a conocer y prosperen, y una feria de esta índole constituye un evento maravilloso para fomentarlo.
Has publicado un libro hace nada: YO HABLO, ELLAS CANTORIN. Las aventuras de un extremeño por los caminos de la diversidad lingüística. Cuéntanos porque no deberíamos perdernos tu libro.
Yo hablo, ellas cantorin es un viaje, primero, por el habla de mi familia y, segundo, por la de toda Extremadura. Creo que cualquier persona que admire la cultura y a la que le interese nuestra tierra va a encontrar en este libro una lectura interesante y amena.